DairyCast #56 - Rentabilidad lechera: Decisiones claras y control estratégico - Dr. Nicolás Arias Villegas

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El verdadero problema en la lechería mexicana

En el contexto actual, los commodities al alza como el maíz y la soya generan una presión cada vez mayor sobre los márgenes de la producción lechera en México. A esto se suma la volatilidad del precio de la leche, que en su peor escenario combina ingresos a la baja con costos de alimentación en aumento. Sin embargo, reducir la discusión únicamente al mercado externo es un error: el verdadero desafío está dentro del establo.

La falta de procesos estandarizados, la variabilidad en forrajes y dietas y la ausencia de KPIs con impacto económico real son factores que erosionan la rentabilidad de manera silenciosa. Identificar, medir y actuar sobre estas variables internas es la única manera de transformar sistemas vulnerables en empresas sostenibles.

Estandarización y consistencia como pilares productivos

Uno de los conceptos centrales es la necesidad de estandarizar procesos. En la práctica, esto significa implementar protocolos claros y repetibles que reduzcan la variabilidad diaria en el manejo. La vaca es un animal de hábitos: cuanto más consistentes son la alimentación, el ordeño y el ambiente, más estable es su producción.

La consistencia nutricional es un ejemplo clave. En experiencias recientes se ha trabajado con dietas formuladas en 28 % de almidón, permitiendo un rango de variación de sólo ±0.6 % (entre 27.4 % y 28.6 %). Este ajuste restringe la flexibilidad de algunos nutrientes, pero logra lo que se denomina 98 % de consistencia en la formulación, independientemente de la calidad del forraje disponible.

Este es el verdadero reto educativo y técnico: mantener un perfil de nutrientes estable a lo largo del mayor tiempo posible, incluso con variaciones en los insumos. Una vez alcanzada esta estandarización, cualquier descenso en la producción de leche no puede atribuirse a la dieta, sino a otros factores como el manejo en la sala de ordeño, el confort animal o la estructura del hato. 

 

Reemplazos: el inicio del camino a la rentabilidad

Un área crítica y a menudo descuidada es el manejo de reemplazos. Alcanzar ganancias diarias de 850 g en becerras Holstein durante los primeros 60 días y mantener un crecimiento de 1.1 kg entre los 60 y 180 días permite llegar antes a los pesos y tallas objetivo.

Esto se traduce en partos más tempranos, animales que producen más leche en la primera lactancia y una mayor velocidad de retorno de la inversión. Los datos muestran que estos animales no solo se integran al sistema de manera más rentable, sino que también logran preñarse más rápido en la segunda gestación, ampliando su vida productiva.

La clave está en segmentar el proceso en etapas con metas claras: primeros 2 meses, 2 a 6 meses, 6 a 12 meses y la gestación. Cada etapa debe medirse con indicadores objetivos, como peso y talla, y alcanzar al menos un 80 % de cumplimiento en la población.

 

Indicadores y KPIs: medir lo que realmente importa

El uso de indicadores de proceso y KPIs económicos permite diferenciar la información que describe lo que ocurre en el día a día de aquello que impacta directamente en la rentabilidad.

Un ejemplo claro es el Ingreso sobre Costo de Alimentación, un KPI que resume en una sola cifra la relación entre lo que genera la venta de leche y lo que cuesta alimentarla. Este valor integra datos de consumo de materia seca, costo de insumos y precio de la leche, ofreciendo al productor un dato clave para tomar decisiones económicas rápidas y acertadas.

En reproducción, la tasa de preñez y la velocidad de preñez son métricas críticas, pero deben analizarse bajo control estadístico. Utilizar gráficas de control de procesos permite identificar cuándo los valores se salen de lo esperado y tomar medidas correctivas antes de que el impacto económico sea irreversible.

 

Ganancias marginales: los pequeños cambios que marcan la diferencia

En establos bien gestionados, la rentabilidad no siempre se logra con grandes transformaciones, sino con ajustes marginales. Extender una semana más la lactancia de vacas con 30 litros de producción puede significar cientos de litros adicionales al año. Reducir apenas un 2 % de merma en el silo equivale a miles de toneladas de forraje aprovechado.

Estos ejemplos demuestran que cada punto de variabilidad controlada es dinero ganado. La clave está en identificar dónde están las pérdidas invisibles y en tomar decisiones basadas en datos confiables.

 

Conclusión: de la reacción al control

El desafío no es solo producir leche, sino producir con rentabilidad sostenida. Estandarizar procesos, controlar la variabilidad y priorizar KPIs económicos son pasos fundamentales para transformar un sistema vulnerable en una empresa competitiva.

 

 

Conoce al invitado

Nicolás Arias Villegas es egresado de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM, con una maestría en Administración de Empresas y una maestría y doctorado en Ciencias Médicas con énfasis en nutrición e inmunología de rumiantes. Actualmente se desempeña como consultor privado en La TEC, Torreón (México), empresa dedicada a la asesoría integral en producción de leche y carne. Su experiencia combina la nutrición, la inmunología y la medicina de producción, con un enfoque en facilitar la toma de decisiones técnicas y económicas para mejorar la rentabilidad de los sistemas lecheros, además de impulsar la educación continua de productores a través de simposios y capacitaciones especializadas.

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