CerdoCast #215 - Gestión de costos, registros y decisiones inteligentes en la porcicultura - MBA. Moisés Pérez Ochoa
La porcicultura moderna enfrenta un desafío cada vez más evidente: producir con eficiencia en un contexto de márgenes ajustados y alta volatilidad. Aunque la mayoría de los productores invierte en genética, nutrición o sanidad, el control de costos y el uso inteligente de los registros productivos continúan siendo los pilares menos consolidados en muchas operaciones. No se trata solo de contar con datos, sino de transformarlos en información útil para la toma de decisiones financieras. La diferencia entre una granja que sobrevive y una que crece está, precisamente, en su capacidad para medir, analizar y actuar sobre sus resultados.
Medir para controlar y controlar para mejorar
El punto de partida para cualquier sistema rentable es claro: lo que no se mide, no se controla; y lo que no se controla, no se mejora. En producción porcina, los registros deben cumplir un doble propósito: monitorear la eficiencia biológica y evaluar el impacto económico.
Existen dos grandes tipos de registros:
1. Productivos, que incluyen la identificación individual de vientres, número de partos, edad, productividad, pesos al destete, mortalidad y consumo.
2. Económicos, que permiten traducir toda esa información en pesos y centavos para determinar la rentabilidad real de la operación.
Una granja eficiente no improvisa. Las actividades deben estar planificadas con precisión: días de lactancia, destete, cobertura, movimientos entre maternidad y gestación. Esta disciplina operativa asegura la consistencia de los datos y evita depender de la intuición. La constancia y la repetición metódica de procesos son las que finalmente revelan el nivel de eficiencia.
Del registro al resultado: convertir datos en decisiones
Contar con registros no garantiza resultados si no se analizan con una mirada económica. La verdadera diferencia está en interpretar los datos productivos en términos financieros.
En la mayoría de las granjas, el alimento representa entre el 70 y el 80 % del costo total de producción, siendo el sitio 3 (engorde) el responsable de cerca del 60 % de ese gasto. Por lo tanto, el control de consumo y desperdicio en esta etapa es determinante.
Un error frecuente es subestimar las pérdidas invisibles: alimento tirado en el piso, comederos mal calibrados o sobredosificación. Estas fugas reducen la eficiencia alimenticia y se traducen en miles de pesos perdidos por lote. Invertir en equipamiento adecuado y en un manejo más preciso no es un gasto, es una inversión que mejora la conversión y el margen operativo.
Como dijo el especialista, muchas veces “estamos cuidando los centavos y desperdiciando los pesos”.
Además del alimento, los costos fijos como la mano de obra también muestran una tendencia creciente, impulsada por la dificultad para retener y capacitar personal. Sin embargo, un colaborador bien entrenado y comprometido se convierte en un aliado estratégico para la rentabilidad. La clave está en medir su impacto dentro del costo total y valorar su contribución a la eficiencia general.
La importancia del benchmarking y la periodicidad del control
Medir no basta si los datos no se comparan. El benchmarking técnico y económico permite identificar si los resultados de la granja están dentro del promedio o si existen desvíos significativos. Compararse con uno mismo a lo largo del tiempo ayuda a detectar mejoras o retrocesos, mientras que compararse con otras operaciones brinda una perspectiva más amplia sobre dónde están las oportunidades reales de optimización.
Un esquema eficiente de control debe incluir revisiones semanales (inventarios, pesos, alimento entregado y consumido), análisis mensuales de costos y evaluaciones semestrales de desempeño general. Este enfoque evita decisiones reactivas y promueve una gestión proactiva.
Por ejemplo, vender más cerdos en diciembre puede mejorar la eficiencia aparente al diluir los gastos fijos, pero si en enero se reduce el peso promedio de salida, el resultado se revierte. Entender estas fluctuaciones estacionales permite planificar con mayor previsión y sostener la rentabilidad durante todo el año.
Decidir con información, no con intuición
La porcicultura moderna exige profesionalizar la gestión económica con la misma rigurosidad que se aplica al manejo productivo. Establecer metas anuales basadas en indicadores medibles —días de gestación, lactancia, peso final, conversión, costo por kilo producido— y revisarlas periódicamente es la base de una empresa sostenible.
Utilizar plataformas de registro estandarizadas no solo mejora la precisión de los datos, sino que permite comparar “cerdos con cerdos” bajo una misma metodología, eliminando la subjetividad.
En un entorno competitivo y volátil, medir, analizar y corregir a tiempo ya no es una ventaja, sino una condición para mantenerse en el mercado. La información contable y productiva, cuando se interpreta de forma integral, se convierte en una herramienta de gestión tan poderosa como cualquier innovación tecnológica.
Del dato al peso: la nueva rentabilidad porcina
La rentabilidad comienza cuando cada decisión técnica se traduce en un impacto económico tangible. Incorporar una cultura de medición y análisis permite anticipar pérdidas, optimizar recursos y aumentar la eficiencia en todas las etapas del ciclo productivo.
Cada registro preciso, cada comparativo actualizado y cada ajuste oportuno son pasos hacia una porcicultura más inteligente, donde los números dejan de ser simples reportes para transformarse en herramientas estratégicas de gestión.
Conoce al invitado
El MBA. Moisés Pérez Ochoa es contador público egresado del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (Tec de Monterrey), con una maestría en Administración de Negocios por el IPADE Business School. Actualmente forma parte del Consejo de Administración de Productora Pecuaria Alpera, una empresa familiar con sede en Tepic, Nayarit, dedicada a la producción porcina y avícola (pollo y huevo). A lo largo de su trayectoria, ha desempeñado diversos roles dentro de la compañía, adquiriendo una sólida experiencia en gestión financiera, control de costos y análisis económico aplicado a la producción pecuaria moderna. Su enfoque combina la visión empresarial con el conocimiento técnico del sector, aportando herramientas clave para tomar decisiones basadas en datos y optimizar la rentabilidad en las granjas.
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