CerdoCast #207 - Nutrición de precisión para reducir pérdidas por calor en cerdas - Dr. Bruno Silva

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El desafío creciente del calor en porcicultura

El estrés por calor se ha convertido en una de las principales amenazas para la porcicultura moderna. No se trata únicamente de una disminución del consumo de alimento: el impacto se extiende a la fisiología, el metabolismo, la homeostasis térmica y la salud intestinal de las cerdas. Estas alteraciones repercuten directamente en la reproducción, la producción de leche y el peso final a faena.

En regiones cálidas, los costos son cada vez más evidentes. Se estima que en Brasil las pérdidas superaron los USD 600 millones en un solo verano, una cifra que refleja cómo este problema no es aislado, sino estructural. Además, el estrés térmico durante el tercio final de la gestación puede generar hasta 5 a 8 kg menos de carne por cerdo al momento de la faena, lo que afecta la rentabilidad del sistema productivo.

Impacto fisiológico y metabólico

El cerdo, al carecer de glándulas sudoríparas, depende principalmente del aumento de la frecuencia respiratoria para disipar calor. Esta respuesta induce cuadros de alcalosis respiratoria y metabólica, alterando el balance electrolítico y comprometiendo la homeostasis. A nivel circulatorio, el redireccionamiento del flujo sanguíneo hacia la periferia provoca hipoxia intestinal, reduciendo el suministro de oxígeno y nutrientes a la mucosa.

Como consecuencia, se incrementa el daño oxidativo y se rompen las uniones estrechas que mantienen la integridad intestinal. Esta disrupción abre la puerta al paso de endotoxinas, micotoxinas y patógenos, aumentando la vulnerabilidad inmunológica de los animales. La combinación de estos factores explica la caída en la eficiencia productiva y el deterioro en la longevidad de las reproductoras.

 

Estrategias nutricionales para mitigar el estrés térmico

La primera recomendación siempre será trabajar sobre el ambiente: ventilación, enfriamiento y manejo de instalaciones. Sin embargo, cuando las condiciones no permiten inversiones inmediatas, la nutrición se transforma en una herramienta decisiva.

Entre las principales estrategias destacan:

  • Reducción de proteína cruda en la dieta y sustitución con aminoácidos sintéticos, lo que disminuye el efecto termogénico del alimento y permite mantener el consumo en niveles más cercanos a lo óptimo.
  • Uso de nutrientes funcionales como la betaína, con efectos osmoprotectores y antioxidantes, que han demostrado reducir la temperatura rectal y mejorar la eficiencia de aprovechamiento de nutrientes.
  • Inclusión de levaduras y fibra lignocelulósica, capaces de modular la microbiota intestinal y favorecer la fermentación en el intestino grueso, generando ácidos grasos volátiles que aportan energía sin aumentar la carga calórica.
  • Ajuste del balance electrolítico mediante fuentes minerales específicas, como el cloruro de calcio, que ayudan a contrarrestar los efectos de la alcalosis metabólica y mejoran la contractibilidad uterina en el periparto.
  • Aplicación de saborizantes de alta tecnología, que estimulan el consumo nocturno y aprovechan las horas más frescas del día, reduciendo la pérdida de condición corporal y sosteniendo la producción de leche.

Estas herramientas no eliminan el impacto del calor, pero permiten proteger la integridad intestinal, reducir pérdidas reproductivas y mejorar la eficiencia metabólica en condiciones de estrés.

 

Productividad y rentabilidad bajo condiciones críticas

El beneficio de implementar estas estrategias se observa en parámetros clave: mayor número de nacidos vivos, mejor desarrollo mamario, mayor producción y calidad de la leche, menor pérdida de condición corporal y reducción de la mortalidad de reproductoras. Además, al disminuir el daño oxidativo y sostener la microbiota intestinal, se asegura una mejor eficiencia de conversión en etapas posteriores, reduciendo el impacto económico acumulado.

El estrés por calor es ya un problema global, intensificado por el cambio climático y las nuevas demandas productivas. Adaptarse con un enfoque integral, que combine manejo ambiental y nutrición funcional, no es solo una opción, sino una necesidad técnica para mantener la competitividad.

 

 

Conoce al invitado

El Dr. Bruno Silva es zootecnista, con maestría y doctorado en nutrición y producción de cerdos y bioclimatología animal, áreas en las que ha enfocado su carrera académica y científica. Actualmente se desempeña como catedrático en la Universidad Federal de Minas Gerais (Brasil), donde dicta las cátedras de bioclimatología animal y nutrición y producción porcina, además de coordinar el Núcleo de Estudios en Producción de Cerdos (Nepsui) y la granja experimental de investigación de la institución. Su trayectoria combina la investigación aplicada con el trabajo en campo, destacándose en el estudio de la adaptación ambiental de los cerdos, el impacto del estrés por calor en la fisiología y el metabolismo, y el desarrollo de estrategias nutricionales y funcionales para mitigar sus efectos, lo que lo posiciona como un referente internacional en el tema.

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